5 CONSEJOS DE COMO CUIDAR A TUS POLLITOS
1-Verifica las normas locales sobre la crianza de pollos. La mayoría de las comunidades permite tenerlos, pero es posible que haya normas legales que tengas que respetar. Quizás necesites sacar un permiso o firmar un acuerdo con tus vecinos antes de poder montar un gallinero.[1] Cada jurisdicción y municipalidad local tiene normas un poco diferentes, así que revisa las de tu zona antes de realizar alguna adquisición. Asimismo, revisa las reglas de la asociación de propietarios de tu área.
- Algunas comunidades restringen el número de pollos que puedes tener. Es posible que también le pongan un límite al tamaño del gallinero que podrías montar en tu jardín.
- Otras restringen el número de aves que cacarean, o gallos, que puedes criar. Esta restricción es más frecuente en áreas con alta densidad poblacional.
2-Decide la raza de pollos que vas a tener. Todos los pollitos podrían verse iguales cuando estén pequeños, pero cada raza diferente crece y tienen características particulares. Algunas son excelentes para poner huevos, mientras que otras tienen una personalidad tierna como mascotas, y otras son buenas si quieres carne de pollo. Antes de empezar tu gallinero, investiga un poco para saber qué raza comprar.
- Por ejemplo, si quieres una raza que sea confiable para producir huevos buenos, selecciona una ponedora. Las Rhode Island, Buff Orpington y Australorp son todas razas ponedoras.[2]
- Si te interesan las gallinas que ponen huevos y dan buena carne, necesitas una raza de doble propósito como las Wyandottes plateadas, Ameraucanas y New Hampshire.[3]
- Los pollos de engorde se crían principalmente por su carne. Entre estas razas, encontramos las Jumbo Cornish Cross y Heavy Man Special.
3-Decide cuántos comprarás. A los pollos les gusta socializar entre ellos, así que será una buena idea comprar más de uno. Una gallina saludable normalmente pondrá entre cinco y seis huevos a la semana; ten este dato en mente cuando decidas cuántos pollitos adquirir. La mayoría de gallineros comienzan con cuatro a seis. Si alguna de tus gallinas se enferma o se la come un depredador, de todas maneras tendrás suficientes para producir huevos.
- Una vez que sepas cuántos quieres, podrías decidir comprar los pollitos en una tienda de instrumentos de granja de tu área en pocas cantidades. Si quieres ordenarlos de un catálogo por correo electrónico, es posible que tengas que adquirir un mínimo de entre 20 y 25 pollitos.
- A menos que estés preparado para criar un gallo, asegúrate de que todos los pollitos sean hembras. Los gallos pueden ser agresivos y más difíciles de cuidar que las gallinas; además, no ponen huevos.
- Si quieres ver a los pollitos saliendo del cascarón, tendrás que hacer otras preparaciones. Lee "Cómo eclosionar huevos de gallina" para obtener más información.
4-Haz espacio para los pollitos antes de llevarlos a tu casa. Los primeros dos meses, estos vivirán en una incubadora, que es una caja o jaula pequeña que puedes tener al interior a una temperatura controlada. Una vez que tengan unos dos meses, tendrás que trasladarlos a un gallinero al exterior que tenga un patio para que caminen.
- La estructura del gallinero tendrá que tener entre 1,8 y 2,4 m (6 y 8 pies) de altura. Además deberá ser lo suficientemente amplio para alojar nidales para tus gallinas, uno al lado del otro. Cada nidal debe tener unos 25 cm (10 pulgadas) de ancho.[4]
- Una regla de oro es hacer un plan para que cada ave tenga 1,20 m2 (4 pies cuadrados) de patio, que es el espacio suficiente para que se desplacen con comodidad. Por supuesto, si tienes más espacio, a las aves les gustará tener un patio más grande para explorar.[5]
5-Juega con tus pollitos. Acostumbrarlos a tu presencia desde que son bebés los ayudará a coexistir más adelante. Sácalos de su incubadora para jugar una vez o más al día. Hazles cariño, déjalos saltar en el césped y ayúdalos a acostumbrarse a que los agarren.
- No dejes a los pollitos desatendidos, pues un gato o algún otro depredador podría llevárselos si no tienes cuidado.
- Agárralos con delicadeza. Ellos tienen cuerpos frágiles y no debes dejarlos caer ni apretarlos. Asegúrate de que los niños sepan cómo manipularlos de manera adecuada.
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